La abadesa Herrada de Hohenbourg[1] describe la función del Hortus deliciarum[2] con una metáfora muy sugerente. Compara los textos allí reunidos con las flores de un jardín y a sí misma con una abeja que las selecciona y confecciona con ellas un panal de miel, alimento espiritual e intelectual de las religiosas de su cenobio.[3] Esta obra de carácter enciclopédico con finalidad formativa fue compilada a finales del siglo XII por parte de Herrada con la colaboración de su comunidad. La obra manuscrita se conservaba en la Biblioteca de Estrasburgo, pero en 1870 se perdió en el incendio de la misma durante la guerra franco-prusiana.[4] En 1979 el Warburg Institute de Londres publicó la reconstrucción de la obra bajo la dirección de Rosalie Green.[5] Esta edición consta de dos volúmenes de grandes dimensiones: uno de ellos presenta la reconstrucción del manuscrito y el otro agrupa artículos sobre distintos aspectos de la obra. Es por esta vía documental que nos acercamos a las “piezas” que forman el Hortus deliciarum: a los textos y las magníficas ilustraciones allí reunidos, así como a las aún poco conocidas composiciones musicales.
Herrada, abadesa y magistra
Herrada (1125/30-c 1195) es una de las figuras femeninas sobresalientes de la cultura alsaciana. Procedía probablemente de familia noble y su vida estuvo ligada a la abadía de Hohenbourg, situada en la cordillera de los Vosgos, cerca de la ciudad de Estrasburgo. La abadía tiene su origen en el siglo VII, cuando fue fundado por Odilia (c 662-c 720), patrona de Alsacia. Su nombre designa actualmente la montaña –Mont Sainte Odile- en la que se ubica el monasterio homónimo. Allí, en el siglo XII se instaló una comunidad agustina dirigida por Relindis, a quien Federico I Barbarroja había confiado el mando de una reforma espiritual, con la que el emperador conseguía la custodia de un punto estratégico para el dominio de la región. Ella llevó a cabo una reedificación del monasterio y se la considera por ello la segunda fundadora de Hohenbourg. Tras su muerte en 1176, Herrada la sucedió en el cargo de abadesa y magistra. Pocos años antes habrían comenzado a elaborar el Hortus deliciarum.
Dos de las miniaturas más bellas del Hortus deliciarum ilustran esa genealogía femenina. La primera de ellas [Fig. 1][6] muestra tres episodios de la vida de Odilia vinculados a la fundación del monasterio. En la sección inferior de la imagen, en el lado derecho, Odilia aparece recogiendo la llave de la mano de su padre Adalrico, duque de Alsacia, quien –tras numerosas y graves dificultades- le hizo entrega del castillo que ella posteriormente convirtió en monasterio.[7] En el lado izquierdo se muestra a Relindis en el papel de segunda fundadora, y ambas figuras se sitúan en plena naturaleza, al pie de una montaña de piedra en cuya cima aparece la abadía. Una inscripción confirma que se trata del monte de Hohenbourg, cuyos inconfundibles paisajes se sugieren claramente en la ilustración.
La segunda ilustración [Fig. 2][8] muestra a Herrada sosteniendo una estela en la que aparecen las primeras frases de la obra relativas a su autoría. Junto a Herrada, retratada de cuerpo entero como Odilia y Relindis, aparecen los retratos personalizados de 60 colaboradoras junto a los cuales están escritos sus nombres. Su legado es el Hortus deliciarum, cuya elaboración se extiende en el período inscrito entre 1176 y 1196 aproximadamente.[9] Esta enciclopedia avant la lettre “representa la síntesis y la culminación del magisterio intelectual” de Herrada -y probablemente también de Relindis-[10] y es un ejemplo del alcance filosófico-teológico de las fuentes del monacato femenino medieval.
Los textos y sus ilustraciones
Como indicaba al inicio del presente texto, Herrada introduce esta obra con la metáfora del panal de miel que ella elabora como magistra, y del cual las religiosas de su comunidad obtienen alimento espiritual e intelectual. En las primeras páginas del Hortus podemos leer:
“Herrada, por la gracia de Dios abadesa de la iglesia de Hohenbourg, aunque indigna, desea la gracia y la gloria del Señor a las dulces vírgenes de Cristo que actúan fieles en su Iglesia, como en la viña del Señor Jesús. Os ofrezco este libro para vuestra santidad, que se titula El jardín de las delicias [Hortus deliciarum], florilegio de diversos escritos sagrados y filosóficos. He elaborado con ellos un conjunto siguiendo la inspiración divina como una abeja y en alabanza y honor a Cristo y a la Iglesia, y para vuestro gozo lo he reunido todo en un único panal de miel. Por lo tanto, es importante que os nutráis a menudo de este libro, aliviando el ánimo cansado con sus gotas de miel”.[11]
Los escritos allí reunidos son fuentes latinas de la Alta Edad Media, así como textos coetáneos y fragmentos antiguos trasmitidos por autores medievales. A diferencia de Hildegarda de Bingen (1098-1179), compositora[12] y autora de un amplio corpus de interés filosófico en el que las fuentes de inspiración son únicamente implícitas, Herrada refiere explícitamente las obras que consulta y cita. Los autores y sus textos, la mayoría escritos en lengua latina, son las flores deliciosas que Herrada selecciona como alimento para nutrir el hambre de conocimiento de las religiosas de su comunidad. En este contexto didáctico adquieren pleno sentido tanto las glosas explicativas escritas en lengua vernácula[13] como los textos de autoría no identificada, que probablemente son textos propios. En cambio, las miniaturas del Hortus, además de la función didáctica ampliamente reconocida a las imágenes durante la Edad Media,[14] tienen un sentido ulterior que nos ocupará más adelante. Antes, cabe introducir el tema de la obra.
[1] También conocida, erróneamente, como Herrada de Landsberg.
[2] HERRAD OF HOHENBOURG, Hortus deliciarum, ed. Rosalie Green, Michael Evans, Christine Bischoff y Michael Curschmann, Londres 1979, 2 vols. En adelante, esta edición se refiere como Hortus deliciarum. El Warburg Institute es una institución vinculada a la University of London que posee una biblioteca de referencia, especialmente en el ámbito de los estudios de la cultura renacentista y de la pervivencia de la tradición clásica.
[3] Hortus deliciarum, vol. 2, p. 4.
[4] Sobre el manuscrito del Hortus deliciarum, véase: EVANS, Michael, “Description of the Manuscript and Reconstruction”, Hortus deliciarum, vol. 1, pp. 1-8.
[5] Véase la nota 2 del presente texto.
[6] Hortus deliciarum, vol. 2, Pl. 153.
[7] Sobre la vida de Odilia, véase: POGGI, Claudia, “Herralda de Hohenbourg, una artista magistral. I. Los textos del Hortus deliciarum”, VV.AA., Libres para ser. Mujeres creadoras de cultura en la Europa medieval, Madrid 2000, pp. 51-112; pp. 53-56.
[8] Hortus deliciarum, vol. 2, Pl. 154.
[9] EVANS, Michael, “Description of the Manuscript and Reconstruction”, Hortus deliciarum, vol. 1, p. 1.
[10] POGGI, Claudia, “Herralda de Hohenbourg, una artista magistral. I. Los textos del Hortus deliciarum”, Libres para ser, op. cit., p. 62.
[11] Hortus deliciarum, vol. 2, p. 4; la traducción es mía.
[12] Sobre la música de Hildegarda de Bingen, véase: RIUS GATELL, Rosa, “La sinfonía constelada de Hildegarda de Bingen”, Mujeres de luz. La mística femenina y lo femenino en la mística, ed. Pablo Beneito, Madrid 2001, pp. 123-135, así como mi artículo “La inspiración musical de Hildegarda de Bingen”, Sonograma Magazine, 11 (2011). http://sonograma.org/2011/06/la-inspiracion-musical-de-hildegarda-de-bingen/
[13] CURSCHMANN, Michael, “The German Glosses”, Hortus deliciarum, vol. 1, pp. 63-80.
[14] Davy, Marie-Madeleine, Iniciación a la simbología románica: el siglo XII, Madrid 1996; SANTINI, Marina, “Palabras e imágenes: alimento de libertad. La relación educativa en Hildegarda y Herralda”, Duoda. Estudis de la diferencia sexual, 35 (2008), pp. 119-139.