Dice Ramón Andrés en su Diccionario de música, mitología, magia y religión que los argonautas son navegantes míticos que ejemplifican el esfuerzo de una empresa común. Añade Andrés, que ciertos episodios del viaje de los argonautas están marcados por su relación con la música y que cabría pensar que Orfeo fue el encargado de marcar el ritmo de los remeros. Raquel Andueza y Jesús Fernández Baena reman contra viento y marea en las aguas turbulentas de una endémica falta de cultura musical. A pesar de las circunstancias, su afán de superación les ha llevado a consolidar un proyecto musical.
Raquel y Jesús hablaron para Sonograma Magazine y demostraron unas cualidades que nos permiten augurarles un gran porvenir. Su entusiasmo, casi seguro, les viene de este rimador mitológico que animaba a los remeros, cuya magia es capaz de someter las pasiones y los elementos.
Los orígenes
Raquel Andueza Nací en Pamplona, y soy la pequeña de cuatro hermanos. Cuando yo nací todos mis hermanos tocaban, cantaban y la música estaba presente en nuestra casa. Mis padres son muy melómanos y a ellos les parecía, además, que el mundo de la música clásica era bueno para nosotros, con lo que siempre nos apoyaron. Nos inculcaron que estudiáramos música para ser personas cultas y porque les parecía que en ese ambiente encontraríamos personas con inquietudes.
¿Cuándo empezó tu interés por la música?
R.A. A los seis años, a mí me gustaba cantar, me gustaba mucho cantar, y mi hermano tocaba el piano; mis otros hermanos estaban siempre toquiteando otros instrumentos de juguete que había por casa. Cantaban todos en la escolanía del coro de los Maristas. Una escolanía que se llamaba los niños cantores de Navarra. Mis padres acompañaban a mis hermanos a los conciertos, y ahí es donde yo empecé a escuchar música cantada; me sabía todas las canciones. Con seis años, le pedí a mi madre que me apuntara también al coro, porqué decía “que yo me sé todo y ya puedo cantar con ellos”. Fue el mismo director del coro que dijo “pero si es muy pequeña… qué voy a hacer con ella, dios mío… ”.
A los catorce años empecé a estudiar canto, sin dejar la escolanía. Pero las cosas no me fueron muy bien con mi profesora; las clases se convirtieron en una pequeña lucha que me llegó a desgastar. Este malestar me impulsó a tomar la decisión de ir a estudiar al extranjero. Conocí a David van Asch, el bajo del conjunto vocal Scholars, en un curso de verano. Después de escucharme, me animó a seguir estudiando y me inscribí en la Guildhall School of Music. Para mi sorpresa, me admitieron. No sólo esto: me becó el gobierno de Navarra y me becó el ayuntamiento de Londres
¿En la Guildhall?
Sí, me fui allí donde estudié cuatro años. Tenía dieciséis asignaturas el primer año. Fueron años en los que trabajé muy duro, porque tenía que sacar muy buenas notas para continuar con la beca; aprendí muchas cosas, como claqué, música americana de los años 40, ópera, idiomas; fue, sin lugar a dudas, una formación muy completa.
Cuando regresaste tuviste un encuentro con Jordi Casas
R.A. Sí, Jordi Casas, me escuchó y me dijo: “mira, yo te admitiría en el coro, pero creo que sería un desperdicio, deberías intentar cantar tu sola porque creo que tienes una voz con la que puedes hacer algo”.
Los orígenes
Jesús Fernández Baena Nací en Osuna, un pueblo que está al lado de Estepa, por el hecho de que en mi pueblo no había hospital. Sin embargo, yo me considero estepeño.
¿Había ambiente musical en tu familia?
J.F.B. Sí, mi padre. Creo que fue un músico frustrado. Él tocaba la guitarra, cantaba en un coro, daba clases de música, de guitarra, de lo que fuera…
Después de luchar mucho, mi padre consiguió hacer realidad su sueño: tener un piano en casa. Parece ser que había un hombre en un pueblo cercano que vendía pianos de segunda mano, y después de mucho esfuerzo, no sé si incluso llegó a pedir un préstamo o algo así, lo consiguió. Lo recuerdo muy bien porque sé que este fue el sueño de mi padre. A mi madre también le gustaba mucho la música, aunque nunca se dedicó, pero cantaba y nos contagiaba su alegría.
Gracias a Alonso Salas Machuca, un hombre muy culto que vivía en mi pueblo, algunos muchachos del pueblo nos dedicamos a la música y en particular a la música antigua.
Alonso Salas Machuca. ¿Era profesor de música?
J.F.B. Sí, ahora da clases de música en el conservatorio de Sevilla. Y era increíble porque, aparte de lo académico, él siempre leía todos los libros del mundo, se interesaba por todos los tipos de música, por las matemáticas aplicadas a la música, y la relación entre arquitectura y música. Formó el grupo Capilla de Ministriles Fray Juan Bermudo, a imitación de los ministriles que había en las catedrales.
¿Qué edad tenías entonces?
J.F.B. Yo tenía diez años. Y sí, yo seguí desde pequeñito en este grupo hasta que me fui a Sevilla a estudiar instrumentos de cuerda pulsada con el profesor Juan Carlos Rivera.
Estando en Sevilla, me enteré de que abrían una bolsa de trabajo en Badajoz. Efectivamente, allí estuve trabajando como profesor de flauta de pico. Fue mi primer sueldo y la primera alegría monetaria de mi vida.
Necesitado de abrir mis horizontes mandé la solicitud para estudiar en el conservatorio de La Haya, de flauta de pico y de laúd, al Real Conservatorio de La Haya, Koninklijk Conservatorium Den Haag. Me admitieron, también, para mi sorpresa.
Ya una vez instalado en Holanda, tuve la suerte de que me aceptaran en la Academia Barroca de Ambronay; para mí, aquel momento fue muy decisivo. Sobre todo porque se hacían las Vísperas de Claudio Monteverdi, una obra que mes fascina.
¿En la Académie baroque européenne d’Ambronay?
R.A. Sí. Es un proyecto que se hace en el Centro de Música Antigua de Ambronay. Está considerado como un proyecto faro de formación y de inserción profesional. Eligen a estudiantes de diferentes conservatorios de Europa para formar parte de la orquesta, del coro o para ser solistas.
¿Cómo os conocisteis?
J.F.B. Estando allí, mi compañera de estudios, Silvia Márquez, que tiene un grupo que se llama La Tempestad, me recomendó para una formación instrumental de Zaragoza.
Precisamente en este grupo nos conocimos Raquel y yo. Ahí empezó mi etapa profesional con la tiorba acompañando a la fabulosa soprano, Raquel Andueza.
¿En qué año empezáis el dúo?
R.A. En el año2003. En una cueva de Teruel, de un pueblo que se llama Molinos. Ahí fue nuestro primer concierto (a cinco grados de temperatura…).
Y a partir de entonces empieza una historia musical y humana.
Hablemos de la música
R.A. Me pasó partituras para hacer un concierto.
J.F.B. Le pasé partituras.
R.A. En facsímil. Me enseñó a leer en facsímil. A veces me lo pasaba a ordenador, a notación moderna. En una ocasión me dijo: “Raquel, aprende a leer facsímiles porque será una experiencia muy positiva para ti”. Y así fue.
J.F.B. Sí, leer de la fuente. Leer directamente de la fuente original brinda rigor a la interpretación.
R.A. Así empezamos a preparar este programa. Unos meses más tarde, un amigo nuestro, Nicolás Basarrate, que es propietario la discográfica NBMusika, nos ofreció la posibilidad de grabar el disco de Amore e Tormenti. Tener algo grabado facilita el trabajo de los programadores. De nuevo la suerte llamó a nuestra puerta.
¿Cómo decidís el repertorio?
J.F.B. Hay que decir que la tiorba me marca mucho con el repertorio porque se trata de un instrumento del siglo XVII. Interpretar con este instrumento descartaba interpretar obras del renacimiento.
R.A. Lo que me más me seduce de la música del primer barroco, con respecto al renacimiento (dicho sea de paso, que yo he trabajado tanto), es la manera que tiene de describir la música con las palabras. Y a mí, esto, como cantante, me atrae mucho. Cuando doy cursos, cuando hablo con alguien de canto, siempre digo que para mí lo primordial es que se entienda lo que interpretamos.
J.F.B. Ayuda mucho la armonía también, ¿no?
R.A. Por supuesto, la armonía y la melodía dan contenido. Además esta música es muy teatral, muy operística. Indudablemente se canta de una manera muy diferente la música del estilo barroco a la música del bel canto.
Al principio, tenía un acercamiento más lírico, más tradicionalmente lírico a esta música. Fue Jesús quien me ayudó a descubrir el estilo interpretativo de la música del primer barroco.
¿Utilizáis la improvisación?
J.F.B. Sin ninguna duda; si hay un do en la parte del bajo continuo, suscita posibilidades porque puede ser un do mayor, o un do menor, con la sexta, con la séptima…
R.A. Sí, a mi me inspira mucho. Admiro esa capacidad que Jesús tiene de transmitir el sentimiento sin tener ni una palabra al lado. Es lo que más me maravilla.
J.F.B. Yo creo que Raquel tiene éxito porque llega a la gente; porque no se queda solo en la música. Muchas veces los cantantes dan las notas bien afinadas, pero Raquel, yo creo, va mucho más allá.
R.A. Quizá otros cantantes son honestos diciendo “pues mira, yo doy lo máximo de mi técnica y de la belleza de mi voz”, y esto es igualmente respetable. Es decir, es una opción. Mi opción no es dar todo lo máximo de la belleza que mi voz pudiera dar, o de la técnica que mi voz pudiera dar, si no, intentar ser un canal transmisor de lo que en ese momento el compositor quiere decir. Si a mí me emociona y me conmueve, desde las entrañas, pienso que es lo mínimo que puedo dar al público. Nosotros simplemente somos comunicadores de la obra del compositor o compositora y somos responsables de interpretarla dignamente: con el mayor respeto, con la mayor seriedad y con la mayor documentación posible
¿ Siempre trabajáis con material inédito, con facsímil?
J.F.B. Normalmente siempre intentamos que sea la primera fuente original, y siempre en facsímil.
R.A. Sí, es indispensable, porque a veces, con el paso del tiempo, a falta de criterios historiográficos de algunos editores de música, te encuentras partituras que tienen muchas modificaciones respecto a la original.
J.F.B. Nos hemos encontrado con ediciones del siglo XIX que han copiado los tabuladores, por ejemplo.
R.A. O que escriben, aquí fuerte, aquí piano; y eso, no existía.
J.F.B. También nos hemos encontrado partituras con fallos en el texto. Lo ideal para cualquier músico es ir a la fuente original, y a partir de ahí hacer su propia versión. Eso implica que, si no está publicado, tendrás que buscarlo en las bibliotecas. Gastarte el dinero, pedirlo, y después transcribirlo, y, hay que reconocerlo, todo este proceso es un trabajo arduo y apasionante.
¿Transcribes tú?
J.F.B. Sí.
R.A. Todo esto lo ha hecho Jesús.
J.F.B. El programa de Yo soy la locura casi entero.
R.A. El programa de Yo soy la locura, y el del próximo disco lo ha hecho absolutamente todo.
Habladnos de vuestro sello discográfico Anima e Corpo
R.A. Esto es una empresa de dos. No hay que dar explicaciones a nadie más que a nosotros mismos. Con Anima e Corpo nos hacemos responsables de nuestra visión personal de la música.
J.F.B. Sí, este proyecto surgió de la necesidad de controlar el producto, de grabar cuando quisiéramos y lo que quisiéramos. Siempre según los criterios musicales y no del marketing. Tener esa libertad. Si grabas para una discográfica te pueden pedir que interpretes Monteverdi, y lo mismo otro te exige Vivaldi, o Händel, sin que tú quieras.
R.A. Anima e Corpo nació de nuestra necesidad de grabar música, muy especialmente del siglo XVII italiano, y, a la vez, nació porque queríamos consolidar la investigación que estamos llevando a cabo con partituras que aun no se han publicado.
De ahí surge nuestra voluntad de ir a las fuentes originales. En honor a la verdad, debemos decir que los bibliotecarios y bibliotecarias trabajan fantásticamente. Sin conocernos de nada, nos han ayudado desinteresadamente. A veces, lo que buscábamos estaba en otro sitio, en otro facsímil. Nos han proporcionado el material exacto. Son personas que también hacen todo lo posible para hacer un trabajo bien hecho. Es admirable.
En vuestro trabajo, en este momento, hay la parte de investigación, de interpretación y de autoproducción. ¿Es suficiente para una carrera musical? ¿Estáis en un momento en el que hay algo más que añadir?
J.F.B. Nosotros estamos trabajando ahora con una agencia de conciertos, que se ocupa en exclusiva para el dúo y para nuestro otro grupo, la Galanía, en el extranjero. Y esperamos que sea el paso que nos falta.
R.A. Ahora nuestra actividad se centra en los conciertos por todo el mundo, interpretamos para otros grupos y estamos intentando que Anima e Corpo se expanda. También ofrecemos cursos y talleres.
¿En qué fase se encuentra vuestro proyecto discográfico sobre la música barroca?
R.A. Creo que es el principio de un sueño que se está cumpliendo.
J.F.B. Sí, te lo empiezas a creer cuando ya ves el segundo disco.
R.A. Estamos al principio. Hay muchísimos años por delante; muchos proyectos que hacer, nuevos conciertos, nuevos discos. Yo soy siempre muy optimista; por eso pienso que esto es un principio.
J.F.B. Estamos apostando fuerte por lo nuestro. Hemos estado tocando y seguiremos tocando con muchos grupos, con muchos músicos, pero digamos que ahora es un buen momento para dar alas a nuestro proyecto.
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