PALOMA CABALLERO · Delegada de La Agencia EFE en China
Conocí a Maria Luisa Cantos hace casi tres décadas y no he dejado de admirar su gran motivación para transmitir sus conocimientos musicales y compartir su amor por el amplio abanico de la música española, del siglo XVIII al XXI, mucha de ella de compositores catalanes, desde Josep Galles (1758-1836 ), Antonio Soler (1729-1783), Frederic Mompou (1893-1987), Joaquín Nin- Culmell (1908-2004) o Delfín Colomé (-2008), entre otros, a maestros universalmente conocidos como Isaac Albéniz (1860-1909), Manuel de Falla (1876-1946), Enrique Granados (1867-1916), Joaquín Rodrigo (1901-1999) o Joaquín Turina (1882-1949) y todo dentro de un amplio repertorio con gran diversidad de estilos y versatilidad que abarca desde el Barroco, pasando por los clásicos europeos hasta los compositores mas modernos.
Su alta calidad técnica y estilística le permite afrontar con éxito los desafíos a los que se enfrenta siempre con entusiasmo, ya sea rescatando para deleite de estudiosos partituras olvidadas o interpretando estrenos mundiales de composiciones innovadoras como el ‘Klavierkonzert Op. 17’ Francisco José Martín Jaime, galardonado en 1999 con el Premio Reina Sofía de Composición Internacional ante Su Majestad y con la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española.
María Luisa Cantos lleva en el corazón la Barcelona natal y su Conservatorio de Música, en el que consiguió con 16 años el titulo de profesora de piano. Siguió su formación en París y Viena antes de debutar, con 24 años, en el mítico Carnegie Hall de Nueva York.
Desde entonces, y como una catalana verdaderamente universal, dedico su vida a interpretar en todos los continentes, antes y después de instalarse en Suiza en 1972, la música que ama y desea divulgar.
Junto a Angelo Maccabiani, su esposo fallecido, violinista y concertino de la Orquesta Tonhalle de Zúrich, creó la Fundación Música Española Suiza, institución totalmente privada por cuya labor cultural fue condecorada con el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica (en cuyo acto me permitió conocerla), y luego siguió en solitario aunque sin suficientes apoyos institucionales, por lo que se vio obligada a clausurarla en 2003, tras celebrar el XXV aniversario en España y en Suiza con toda su energía.
Además, en paralelo a sus conciertos en solitario o con prestigiosas orquestas de Europa, Estados Unidos y América Latina, impulsó también en 1979 los cursos de Interpretación de Música Española, que se celebraban en una recoleta sala de la ciudad suiza de Baden, y en los que mas de mil alumnos de todo el mundo pudieron asistir a clases magistrales de artistas como Pepe Romero (guitarra), Joaquín Nin-Culmell (composición) o Lucero Tena (castañuelas), entre otros.
El tesoro acumulado en la Fundación de casi mil partituras, muchas agotadas, manuscritos, libros pedagógicos, facsímiles, discos compactos y antológicos, fueron donados por Maria Luisa Cantos al Instituto de Musicología de la Universidad de Zúrich para que estudiantes, estudiosos, musicólogos, curiosos o investigadores puedan consultarlo “ya que la mejor divulgación es la posibilidad de consulta pública”, dijo la pianista a raíz de la donación.
Gracias a ser periodista de la Agencia EFE, el mayor medio de comunicación en español del mundo, que abarca todos los sectores, pude conocer a Maria Luisa Cantos y disfrutar de sus hermosas y trabajadas interpretaciones con su técnica depurada y su gran fuerza expresiva. La transformación de una relación profesional a la amistad profunda ha supuesto un hito en mi vida que aprecio desde la distancia física que imponen mis once años en Asia, ocho de ellos en China.
Si como dicen los asiáticos, el arte y la música crean lazos irreversibles, la honestidad y la sinceridad con las que Maria Luisa Cantos intenta transmitir al piano el espíritu de cada compositor “pues cada uno tiene su estilo para ser interpretado”, como dice frecuentemente, me han hecho agradecer al destino el haber conocido a la gran pianista, pero también a la gran mujer dispuesta a superar obstáculos para compartir el rico patrimonio musical que tanto ama.
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