2016

Joyce en gallego: los fragmentos de Ramón Otero Pedrayo. Recepción y publicación
Joaquim Ventura Ruiz

Asociación Galega da Crítica

ImprimirGuardar con Internet Explorer





Recibido: 29 junio 2016
Aceptado: 24 septiembre 2016


1. De unos fragmentos a la traducción integral

En el otoño de 2013, la Editorial Galaxia de Vigo publicó la versión íntegra de Ulises en lengua gallega.(1) De James Joyce ya habían sido traducidas a este idioma Chamber music,(2) Dublineses (3) y Retrato do artista cando novo.(4) Como en tantos otros proyectos de traducción, la empresa no fue fácil. Señalemos algunas adversidades: limitado mercado lector; negativa en 2006 del heredero de Joyce a nuevas versiones (la editorial tuvo que esperar a que los derechos quedasen liberados) (5) y negativa de la Xunta de Galicia a sufragar parte del coste del proyecto (como libro estratégico) argumentando que la edición sería un lujo. (6) Finalmente, la editorial asumió la publicación para cumplir una deuda pendiente con el escritor irlandés y con Ramón Otero Pedrayo, quien en 1926 había dado en gallego unos fragmentos de la novela Ulysses (Otero 1926).

Ya pude ofrecer, a propósito de la publicación de Ulises, una primera opinión en una crónica en las páginas del suplemento en gallego de Faro de Vigo.(7) Un juicio que era necesariamente sucinto, dadas las limitaciones de un artículo de prensa cuyo objeto era la publicación de la traducción citada y que no permitía entrar a fondo en la importancia que ha podido tener Ulises en la historia de la crítica literaria gallega. Sin embargo, recientemente tuve ocasión de reflexionar, con más amplitud, sobre los avatares que podrían haber conducido a que Otero Pedrayo publicase en Nós los fragmentos que comentamos.(8)

Pero ¿pero por qué esta importancia? Porque por una serie de circunstancias, de las que mucho nos tememos que jamás sabremos todos los detalles, Ramón Otero Pedrayo, privilegiado poseedor de un ejemplar de la séptima reimpresión de Ulysses,(9) puso en gallego unos fragmentos de la novela, una muestra pionera en el conjunto europeo. No aparecieron aislados sino a manera de colofón tras tres artículos que con el título de «Da renacencia céltiga. A moderna literatura irlandesa», Vicente Risco había escrito para la revista Nós (26, 27 y 28, febrero, marzo y abril 1926) (10) basándose –por no decir plagiando, si bien citaba la fuente– en el ensayo L’Île des Bardes de la periodista francesa Simone Téry (París, Flammarion, 1925). Un mérito que, a pesar de todo, hay que reconocer pero que se encuentra muy lejos de la consideración de mito (por modernidad y vanguardismo) que los traductores al gallego (Vialle et al., 2014, 13) les atribuyen a Risco y Otero Pedrayo.

Al igual que sus compañeros de aventura política y cultural (las Irmandades da Fala y su boletín A Nosa Terra, además de la citada Nós), Risco sentía devoción por Irlanda desde que en aquella isla se inició la lucha por la emancipación nacional y por eso no encajaba bien la fama de aquellos que, como Oscar Wilde o James Joyce, no se situaban del lado de los fenianos. Tal animadversión aumentó al conocer que el éxito del segundo era incontestable internacionalmente gracias a la publicación de Ulysses.

El escritor orensano no entendía, a la vista del trabajo de Simone Téry, cómo siendo Joyce profundamente irlandés se oponía al sectarismo nacionalista pero sin someterse al discurso imperialista inglés; y aún más, que estuviese en boca de la mejor intelectualidad occidental. Por ello, la comparación que Simone Téry (1925, 213) hizo entre Joyce y el Diablo («Méphisto blond») le indujo a tratarlo de diabólico: «soberbo com’o Demo, nin estivo cos renacentistas irlandeses, nin cos seus nemigos» (Risco 1926c).

Tal vez por eso, un tiempo después Risco se vio forzado a redimirlo literariamente. Así, tomó el personaje de Stephen Dedalus de A Portrait of the Artist as a Young Man,(11) con su perfil antifeniano y antijesuítico,(12) y lo hizo protagonista de su relato corto «Dedalus en Compostela», en el que visita a Risco en Ourense para ir ambos a Santiago.(13)


2. La aventura de publicar Ulysses

El artículo de Risco y los fragmentos puestos en inglés por Otero Pedrayo eran la manifestación en Galicia de la voluntad de Valery Larbaud para que la novela Ulysses fuese publicada, primero, y difundida, después. Han sido muchos los estudiosos que han abordado el asunto de las vicisitudes de la misma desde su publicación en 1922 hasta la aparición de la edición francesa integral de la novela en 1929. Entre nosotros, cabe destacar a la profesora María Isabel Corbí Sáez. Compartimos su afirmación de inicio: «Tout au long du XXème siècle un des points culminants de l’avantgarde littéraire fut sans aucun doute la publication de l’Ulysse de James Joyce à Paris» (Corbí 2002, 223).

Simone Téry ya hizo un breve bosquejo de tal empresa y de las adversidades que sufrió hasta el momento de aparecer su ensayo. Después de empezar a publicarse por capítulos en The Little Review en 1918 (fue censurada a instancias de la “American Society for suppresion of vice”) y en la revista inglesa The Egoist (febrero de 1921, también sufrió censura), el escritor y crítico francés Valery Larbaud, en colaboración con Adrienne Monnier (propietaria de la librería La Maison des Amis des Livres) y la norteamericana Sylvia Beach (que lo era de la Shakespeare and Company), convencieron a Joyce (residente entonces en París) para publicar la novela.

Y ya desde entonces, Larbaud pensó en su traducción al francés (Corbí 2002, 224). En un primer momento consideró que él mismo podría hacerlo pero renunció. En paralelo, en la sesión de presentación celebrada en la librería de Monnier (7 de diciembre de 1921) Larbaud leyó un texto sobre la obra de Joyce y unos fragmentos en francés de la novela, traducidos por Jacques Benoîst-Méchin. Unos meses después, Larbaud envió el texto de la conferencia a Jacques Rivière, director de la Nouvelle Revue Française, que aceptó publicarlo («James Joyce», abril de 1922) pero no así los fragmentos traducidos. Larbaud volvió sobre el asunto un tiempo después, cuando publicó en la misma revista (136, enero de 1925) «À propos de James Joyce et de Ulysses».

Las primeras ediciones evidenciaron notables dificultades de comprensión. Algunas causas eran achacables al autor (la amplísima variedad léxica de Joyce: neologismos, argot irlandés, extranjerismos; sus problemas oftalmológicos; su endiablada caligrafía en las correcciones) y otras a la edición (la abundancia del tipo w, ausente en francés, dificultaba la confección de las planchas (Téry 1925, 211); la negativa por razones morales de las dactilógrafas inglesas contratadas en París a copiar el texto o la pérdida del último capítulo cuando el marido de una mecanógrafa lo lanzó al fuego). El resultado fue un libro de 732 páginas, kilo y medio de peso, 2.500 errores tipográficos y con un texto árido para el lector medio (Le Naire 2004).

Una vez que Adrienne Monnier había asumido editar la versión francesa, se la encargó a Auguste Morel con la supervisión de Valery Larbaud y de Joyce. Fue posible ofrecer una primera muestra de ella cuando en París, en enero de 1924, inició su andadura la revista Commerce. Larbaud justificaba la razón de no ofrecer un capítulo entero; en cambio, daba a conocer «quelques pages du début et de la fin dans les quelles aparaissent les trois personnages principaux: Léopold Bloom, Molly Bloom et Stephen Dedalus» (Joyce 1924).

En 1924, Antonio Marichalar (Revista de Occidente, 17, 177-202) publicó en castellano el primer artículo aparecido en el ámbito hispánico sobre Ulysses, de la que ofrecía unos fragmentos en el mismo idioma tomados de la revista Commerce. En 1925, Jorge Luís Borges publicó una página de Ulysses, la última, aunque esta vez sí que se hizo desde el original en inglés.(14)

Al año siguiente, Morel publicó el cuarto episodio «Calypso» –sin que Larbaud lo hubiese supervisado– en el número 1 de 900, Cahiers d’Italie et d’Europe (Roma-Florencia, La Voce, otoño 1926). Contenía algunos errores que fueron detectados por Stuart Gilbert, que los reportó a Silvia Beach.


3. De París a Ourense: la visión de la crítica

A la vista de las fechas de publicación de los artículos de Vicente Risco sobre literatura irlandesa en la revista Nós, podemos considerar que los materiales utilizados (de los que conocemos la séptima reimpresión de Ulysses y el ensayo de Simone Téry) habrían llegado a Ourense, como muy pronto, a finales de diciembre de 1925 o en los primeros días de enero de 1926. Una vez publicados los artículos de Risco, pasaron cuatro meses hasta la aparición en agosto de 1926 (según la fecha oficial) de los fragmentos puestos en gallego por Ramón Otero Pedrayo.

Dos han sido los asuntos que la crítica ha abordado al respecto: el conocimiento que Risco y Otero habrían tenido de los materiales joyceanos y los mecanismos que el segundo habría usado para versionar los fragmentos de Ulysses.

En 1926, consciente del privilegio que suponía que su amigo y correligionario Ramón Otero Pedrayo poseyese sendos ejemplares del ensayo de Simone Téry y –sobre todo– de Ulysses, Risco podría haber considerado la importancia de ofrecer a los lectores de Nós unos fragmentos en gallego de la novela, que fueron publicados como ya señalamos. Con posterioridad a ello, pocas referencias más a Joyce hubo en publicaciones gallegas.(15)

Ya después de la guerra civil, Risco volvió a referirse a Joyce, a la contra, en sendos artículos («James Joyce, el satanismo laico», Misión, sup. 265, 1944; «El Ulysses fue más fuerte que yo», suplemento La Noche en El Correo Gallego, Santiago de Compostela, 30 de julio de 1954). En este último escribió sobre su experiencia de lector de Ulysses: «alrededor de 1920, poco más o menos, había leído yo numerosos y extensos fragmentos de Ulysses, unos en inglés, otros en francés, otros en castellano, otros en gallego».

Una confesión esta que podemos considerar sincera, puesto que Risco no tenía ninguna necesidad de mentir (ni por defecto ni por exceso). Podemos identificar los fragmentos en inglés como los de la novela llegada a Ourense; en gallego, la traducción de Otero Pedrayo aparecida en Nós; en castellano, los que siguiendo la revista Commerce (1924), Marichalar dio a conocer en Revista de Occidente. ¿Y esos fragmentos en francés? Situados por Risco en el mismo plano temporal, ¿sería(n) alguna(s) hoja(s) impresa(s) o mecanografiada(s)? ¿tal vez alguna copia de trabajo llegada a Ourense con el ensayo de Téry y Ulysses para ayudar a la comprensión de esta novela? No lo sabemos ni podemos saberlo pero lo cierto es que este detalle ha sido pasado por alto por los críticos.

En 1968, José Luis Varela retomó el asunto cuando, en nota a pie, dijo conocer una «nota mecanografiada conservada entre los papeles de Risco y que el artículo se publicó en el semanario Misión en la primavera de 1943 o 1944» (que sería el artículo que hemos citado, Varela 1968).

Pero no fue hasta 1976 cuando la crítica de Galicia empezó a ocuparse específicamente de los fragmentos de Ulysses que Otero Pedrayo puso en lengua gallega. Luis Mariño formuló alguna ligera duda sobre que la traducción se hubiese hecho directamente desde el texto inglés pero finalmente no lo cuestionó (Mariño 1976). Mariño recuperaba algunas informaciones relativas a la peripecia de Ulysses. No citaba la fuente pero resulta bastante evidente que las habría sacado del ensayo de Simone Téry, podemos sospechar que del ejemplar conservado en Trasalba.(16) Así, los datos que facilita sobre las primeras ediciones parciales de la novela de Joyce que nos ocupa y de la persecución que sufrió (Mariño 1976), coinciden con las que daba la periodista francesa (Tery 1925, 210 y 212). Datos que no habían aparecido en el artículo de Larbaud en la NRF de 1922 y que el propio Mariño decía desconocer: «Iñoro, por non ter a man a N. R. F., cales foron os fragmentos que o Valery Larbaud puxo en francés». Lo repetía a propósito de la elección de los fragmentos al considerar la existencia de un único «precedente que eu saipa: a do Valery Larbaud para “Le Novelle [sic] Revue Française” no mes de abril de 1922» (Mariño 1976).

En descargo de Luis Mariño, en 1976 –y más en Galicia– aún resultaba complicado poder verificar bibliografía extranjera. Pero dicho esto, su artículo dejó viciada la crítica gallega posterior en tres sentidos: 1) consideración indiscutible de cierta (suficiente por lo menos) competencia de Otero Pedrayo para encarar la tarea de traducir a Joyce; 2) voluntad de modernidad en los hombres de Nós; y 3) conocimiento por estos del artículo de Larbaud en la NRF en 1922 y de otras revistas francesas de idéntica índole.

Con la extensión de nuevas áreas de investigación y de estudio en las universidades de Santiago de Compostela, A Coruña y Vigo, se redobló el interés por el asunto. En su casi totalidad, los críticos que se ocuparon de la génesis de la traducción gallega de los fragmentos de Ulysses han procedido de los ámbitos de la filología inglesa y de la filología gallega. Es decir, del estudio de la lengua fuente y de la lengua meta en el asunto que nos ocupa pero lo han hecho desde un planteamiento erróneo: que ambos códigos –inglés y gallego– estuvieron en contacto en las manos de Otero Pedrayo en pie de igualdad. Obsesionados por la modernidad y atención hacia Europa del tándem Risco-Otero, la relación de estos con Larbaud no habría tenido intermediarios. Cerrado el asunto, estos críticos no vieron la necesidad de explorar –acudiendo a otros ámbitos filológicos– en qué condiciones Larbaud contactó con los gallegos ni la posible existencia de un enlace entre ellos.

Tampoco ha habido estudios –que yo sepa– desde la teoría de la traducción o desde el comparatismo. A pesar –o tal vez por eso– de la incorporación de nuevas teorías sobre la creación literaria y sobre el contacto entre lenguas en literatura, nos encontramos, por lo tanto, ante unas actitudes que las más de las veces han sido marcadamente apriorísticas: en el caso de la crítica relativa a las letras inglesas, por la importancia que supondría una recepción y una versión (parcial) tan tempranas, como la de Otero Pedrayo, del texto original de Ulysses; respecto a la crítica del ámbito literario gallego, por la condición pionera –en el ámbito ibérico– de una traducción con el original delante.

En general, estos análisis y estudios no han hecho otra cosa, con variantes o matices, que dar vueltas a si la traducción hecha por Otero Pedrayo fue más o menos directa, si este tenía capacidad para acometerla o si, por el contrario, tuvo apoyo en alguna versión interpuesta, obviamente en francés. En ningún caso, salvo alguna escasa intuición, se ha abordado en profundidad como pudo llegar el ejemplar de Ulysses a manos de Otero Pedrayo. Una inacción que ha sido consecuencia de la repetición de lugares comunes y por la secular pereza de una parte de la crítica gallega a la hora de verificar las fuentes y contrastar criterios anteriores. Más aún cuando se trata de personajes sagrados como son los miembros del llamado Grupo Nós (Risco y Otero Pedrayo, entre ellos). Una repetición que no habiendo planteado una actitud, digamos, refractaria, ha servido a veces para buscar influencias joyceanas –o de otro tipo– donde sólo había descuido o limitación estilística.

No entraremos ahora en el detalle de tales estudios. Señalemos, sin embargo, algunos que conviene tener en cuenta. Así, el profesor Antonio Raúl de Toro Santos ha dicho: «En este proceso los fragmentos de Ulysses [traducidos] al gallego por Otero Pedrayo o la “recreación” de A Portrait of the Artist as a Young Man, también en gallego, que Vicente Risco publica como Dedalus en Compostela pueden considerarse pioneros en lo que respecta a la recepción de la obra de Joyce en España» (Toro 2007, 20). A ello añade que «asimilaron parcialmente la estética de Joyce –Vicente Risco (Dedalus en Compostela), Otero Pedrayo (Devalar)» (Toro 2007, 31). Una opinión que reiteraba años después (Toro, 2014, 28) al no poner en duda que Otero Pedrayo tradujo directamente del inglés. Y añadía que si bien «puido recibir alguna axuda de Larbaud ou doutras persoas [...] Otero foi un pioneiro, prácticamente sen ferramentas para realizar a súa tradución para o galego».

Desde la filología gallega, el primer crítico en analizar el asunto con cierto rigor fue Xoán González-Millán. Cuando intentaba matizar las afirmaciones de Luis Mariño, consideraba que Joyce era profundamente irlandés y aunque contrario a los fenianos, no por ello era favorable a la dominación británica. Y por eso tuvo que ejercer un doble alejamiento: el geográfico y el literario, con el uso de la parodia (González-Millán 1989).

En relación al artículo de Mariño señalaba, «algúns erros documentais importantes que seguen a reproducirse en publicacións máis recentes».(17) Errores referidos a unos «hipotéticos fragmentos que Luis Mariño identifica erroneamente cunha inexistente traducción que Valery Larbaud publicaría na Nouvelle Révue Française» (González-Millán 1989).

Pero a pesar de su intuición, González-Millán no pudo o no supo escapar de los tópicos a propósito de los fragmentos publicados por Larbaud en Commerce (1924): «Otero Pedrayo conservaba na súa biblioteca varios números desta luxosa revista, editada en París (1924-1932)». Según el catálogo de la biblioteca de Trasalba,(18) no hay rastro de tales revistas ni tampoco de las que aparecen comentadas en Nós.

Otras muestras del parti pris de González-Millán (vistas las limitaciones históricas del galleguismo cultural) son calificar de «selectiva» la traducción de Otero Pedrayo o considerarla «un esforzo mancomunado por incorporar a modernidade máis vanguardista no inestable e defectivo sistema literario galego». Con todo, intuyó la participación de Larbaud como remitente del ejemplar de Ulysses con Ramón Gómez de la Serna como hipotético inductor.

Otras aproximaciones críticas, sin abandonar los lugares comunes, en ocasiones –y por aquello de rizar el rizo o pasar por el tamiz de ciertas teorías literarias nuevas lo que no eran sino expresiones más o menos espontáneas o interesadas– han hecho de la traducción de los fragmentos que nos ocupan una clara manifestación de complicidad panceltista o de literatura anticolonial.(19)

Podemos afirmar que treinta años después de los primeros estudios, poco hemos avanzado en general. Cabe citar alguna intuición, como la manifestada por Camiño Noia (1999) en el sentido de lo expresado por Luis Mariño, pero sin acabar de rematar la jugada, apuntando la importancia de la mediación que pudo ejercer Valery Larbaud. Pero para expresar tal opinión no hacía falta pensar mucho: el propio Risco, setenta años antes, ya lo había considerado un «home de verdadeiro espírito» (Risco 1926b).


4. La recepción en Ourense

Ya señalamos que los materiales que tratamos (el ejemplar de Ulysses y el ensayo de Simone Téry, por lo menos) habrían llegado a Ourense, como muy pronto, a finales de diciembre de 1925 o principios de enero de 1926. Vicente Risco –que no sabemos si los esperaba– se dio cuenta enseguida de su importancia. Se reservaría el trabajo de la periodista francesa y le dejaría la novela a Otero Pedrayo. Y sería a partir de L’Île des Bardes que organizó su trabajo con el resultado de las tres entregas en la revista Nós.

El esquema de Téry («d’écrivains dont nous avons l’habitude de faire l’honneur à l’Angleterre, et qui sont irlandais!», 1925, 9) fue reproducido por Risco: «A contribución d’Irlanda ás letras inglesas é [...] importante. Abonda que citemol-os nomes de Swift, Congreve, Steele, Berkeley, Sterne, Goldsmith, Burke e Sheridan, do antigo, e de Oscar Wilde, George Moore, Bernard Shaw, no moderno» (Risco 1926a, 5).

Sería fácil que ya hubiese conocido el artículo de Marichalar en Revista de Occidente pero, estando prácticamente ausente en Nós cualquier referencia a publicaciones madrileñas, en ningún momento lo menciona. Como la versión del crítico de origen riojano había sido hecha a partir del artículo de Commerce aparecido diez meses antes, es decir desde el francés, Risco habría hecho énfasis en que cuando Otero Pedrayo puso esos fragmentos en gallego, lo hizo desde el original inglés. Tal sospecha se confirmaría si contrastamos las palabras de Risco con las del marqués de Montesa. Sospecha, respecto de la nula originalidad del orensano, que se haría extensiva si la comparación la estiramos, simultáneamente, con las palabras de Simone Tery, posteriores y más cercanas a Joyce que las de Marichalar. Sin embargo, olvidaba a propósito tal aportación, más aún cuando atribuía a Larbaud todos los méritos: «Hai moito escrito en col de Joyce, e seica o que mais val el é o que fixo Valery-Larbaud [sic], que sen dúbida é un home de verdadeiro esprito, de inmensa lectura, e d’un senso seguro de modernidade» (Risco 1926c). Unas palabras que nos llevan a sospechar que Risco habría sabido mucho más –¿con qué materiales?– que con la simple recepción del ejemplar de Ulysses y el ensayo de Simone Téry.

Y lo mismo podríamos decir de los diversos apartados que servían para presentar a James Joyce: los escritores con los que se le comparaba, sus datos biográficos, su semblante, sus obras o ya los rasgos principales de Ulysses. Simone Téry y Antonio Marichalar seguían a Valery Larbaud, y Vicente Risco –sin apenas originalidad– hacía lo mismo respecto a aquellos pero ignorando lo que había escrito el escritor borbonés. Por su parte, los críticos que analizaron el trabajo del orensano, a pesar de intentar despiezarlo, no siempre lograron dar luz al seguidismo de Risco.

Xoán González-Millán señalaba al respecto:

Eu puiden identificar no artigo de Larbaud dous erros biográficos importantes, que Risco incorporou no seu: o primeiro refírese a unha inexistente experiencia educativa de Joyce na Universidade de Dublín, e o segundo ó seu casamento en 1903. O autor do Ulysses nunca estudiou na universidade de Dublín, e a legalización da súa relación con Nora ten lugar en 1931 [...]. (González-Millán 1989, 35)

Y a continuación ofrece alguna muestra más del préstamo que, su a juicio, Risco habría tomado del artículo de Larbaud, como el envío que Joyce hizo al rey Jorge V de unos párrafos censurados (Larbaud 1922, 393; Risco 1926c). Simone Téry (1925, 208) también se refería a este asunto (20) y sería de ella, en realidad, y no de Larbaud de quien Risco habría tomado la cita. Sin embargo, el profesor del Hunter College (CUNY) no supo o no pudo profundizar en la complejidad de ambos asuntos, de manera que no consiguió resolverla.(21)

En cuanto al supuesto matrimonio con Nora Barnacle, debemos suponer que Larbaud, al decir «il s’y maria», se refería a que Joyce se unió sentimentalmente con ella, concretamente el 16 de junio de 1904.(22) Afirmación que repitió Téry y, tras ella, Risco (este confundiendo la fecha), lo cual llevó a González-Millán a detectarlo como error. Sin embargo, podría no existir tal error. Porque, si bien es cierto que James Joyce y Nora Barnacle se casaron oficialmente en Londres en 1931 para regularizar su situación, ya en 1904 podrían haber celebrado una ceremonia civil también en la capital inglesa por «razones testamentarias».(23)

La verdad es que no tenemos ningún rastro de la presencia en Ourense del artículo publicado por Larbaud en la NRF en 1922. Evidentemente, seguir y reproducir lo escrito por Marichalar y Tery –incluso aquello que no figuraba en el trabajo de Larbaud– no impediría que lo hubiese podido tener pero, por sentido común, se nos antoja muy difícil que, ya habiendo sido reproducido en parte por la periodista francesa, Larbaud –caso de disponer de algún ejemplar sobrante– lo enviase a Ourense casi cuatro años después de su aparición.

Y es la presencia de dos datos en el artículo de Risco –aun con la reserva expresada– lo que nos lleva a dudar que hubiese conocido el texto de la conferencia sobre Ulysses publicado en la NRF: el primero, el nombre del colegio de los jesuitas en qué estudió Joyce durante unos años, Clongowes Wood; el segundo, la negativa de Joyce a arrodillarse ante el lecho de su madre cuando agonizaba. Ni Larbaud ni Marichalar los citaban pero sí lo hacía Tery.


5. Un intermediario entre París y Ourense

Algunos críticos gallegos señalaron a Valery Larbaud como el remitente de los materiales relacionados con Joyce que llegaron a Ourense en el tránsito entre 1925 y 1926. Como ya he dicho, tal circunstancia no resultaría difícil de deducir a la vista del elogio que Risco le dedicó en sus artículos sobre literatura irlandesa publicados en Nós. Elogio que era la primera noticia respecto de Larbaud. Por ello, cabe suponer que los orensanos habrían sido, simplemente, receptores pasivos del ensayo de Téry y de Ulysses, lo que se vería confirmado al no haberle comunicado a Larbaud la publicación en gallego de unos fragmentos de la novela (que el crítico francés, seguramente, habría publicitado con gusto).

González-Millán planteó la hipótesis de que hubiese sido Ramón Gómez de la Serna, buen amigo del escritor y crítico borbonés y facilitador de su viaje a Portugal, como el posible padrino español para que tal envío fuese posible (considerando la relación –que la hubo pero poco intensa– entre el autor de las Greguerías y Vicente Risco durante el tiempo que este estuvo en Madrid entre 1913 y 1916). Sin embargo, el profesor gallego no tuvo en cuenta que dicho viaje a Portugal tuvo lugar en enero de 1926, circunstancia que Risco y Otero no citan.

Descartadas la vía madrileña (Gómez de la Serna) y una posible conexión portuguesa, se impone explorar entre los contactos franceses que la revista Nós tuvo en sus comienzos: uno podría ser Philéas Lebesgue, crítico francés apasionado de las lenguas, entre ellas el gallego, y cronista literario en Mercure de France; tuvo mucha relación con la literatura portuguesa y colaboró con Nós desde el primer número de la revista (1920) pero hacia 1922 se cortó su relación con Risco. La revista apenas tuvo informaciones referidas a publicaciones francesas entre julio de 1923 y abril de 1929; en cuanto a escritores y libros, y excepción hecha de los relacionados con Lebesgue, no encontramos ninguna mención entre 1920 y 1927, cuando Otero Pedrayo escribió de Allen, de Valery Larbaud, y de Le temps retrouvé, de Marcel Proust (24) y cuando, a propósito de la novela The Informer de Liam O’Flaherty (1925), decía que «Valery Larbaud publicou no “Commerce” (25) unha cousa sobre Liam O’Flaherty».(26) Ello refuerza la hipótesis de una recepción pasiva de los materiales relacionados con Joyce y que durante un tiempo después de finales de 1925 o comienzos de 1926, Larbaud habría sido el emisor.

Solo nos queda considerar una conexión catalana con París. Concretamente, la de Joan Estelrich, mallorquín establecido en Barcelona en octubre de 1917 y que poco tiempo después pasó a colaborar estrechamente con Francesc Cambó. Después del fracaso de las candidaturas promovidas por este político catalán en 1918 (contó con el apoyo de los nacionalistas gallegos) (Casares 1981, 51), en 1919 promovió un lobby de proyección exterior de Cataluña: la Oficina d’Expansió Catalana.

Una de las vías de propaganda era la publicación de artículos en revistas de prestigio, como los que escribieron Annette M. B. Meakin en The Times Literary Supplement (17 septiembre 1920) y Philéas Lebesgue en Mercure de France (15 febrero 1921). Otro de los campos de trabajo fue fortalecer las relaciones con Portugal y con Galicia. Una de las vías para llevar a cabo el proyecto con éxito fue poner en contacto entre sí a intelectuales de ambos países. Fruto de ello fue la colaboración de Estelrich y de Tomàs Garcés y La Revista con Nós y A Nosa Terra. Pero cuando Garcés se afilió en 1922 a Acció Catalana a partir de la Joventut Nacionalista, disidente de la Lliga, la corresponsalía catalana pasó a ejercerla Estelrich (Revelles 2014).(27)

Por invitación de Estelrich hecha en París, viajaron a Barcelona Jules Romains y, meses después, Valery Larbaud, quien visitó la capital catalana en abril de 1923, con la colaboración del director del Instituto Francés de Barcelona, J. J. A. Bertrand, La Revista y el Ateneu Barcelonès (Coll-Vinent 2010).(28)


6. Otero Pedrayo frente a lo desconocido

Como asunto relativamente secundario, quien firma el presente trabajo había manifestado (Ventura Ruiz 1997, 651) una serie de dudas razonables y razonadas respecto a que Otero Pedrayo hubiese hecho la versión gallega de los fragmentos directamente del texto inglés y sin más ayuda que un diccionario. Unos años después, desde presupuestos críticos diferentes y criterios algo ligeros en ocasiones, Kerry Ann McKevitt (2003) también manifestó dudas respecto a que la traducción se hubiese hecho directamente del inglés al gallego.

Lo que me interesa, por encima de otras circunstancias, es profundizar –en la medida de lo posible– en el mecanismo que llevó a Otero Pedrayo a versionar esos fragmentos una vez que llegó a sus manos el ejemplar de Ulysses.

Para eso tenemos que situarnos, necesariamente, en la manera en qué se hacían la mayoría de traducciones a lenguas no centrales (por centrales entendemos francés, alemán e inglés) hasta mediados del siglo XX en Occidente: lo más habitual a la hora de hacer versiones de obras a lenguas periféricas –incluso si se trataba de lenguas estatales oficiales, como el castellano o el italiano– era emplear una versión interpuesta en francés. Por lo tanto, de entrada, que Otero Pedrayo se hubiese ayudado de una versión francesa de fragmentos de Ulysses no invalidaría el resultado. En favor de este criterio, A. Gargatagli (2013) ha dicho: «Traducir desde el francés [...] resultaba una práctica muy extensa. La elección de un idioma diferente del original puede ser visto –sobre todo ahora– como un acto ilegítimo. En términos literarios, sin embargo, no son pocos los beneficios ni los efectos que esas mediaciones indirectas dejaron sobre la lengua».

Otro asunto que también ha sido objeto de debate es si en el ámbito hispánico, la primogenitura corresponde o no a los fragmentos vertidos por Otero Pedrayo. Pero aun así, eso no tendría mayor importancia si no generaba una influencia suficiente en el sistema literario de destino. Y la verdad sea dicha, a pesar de que muchos críticos han querido ver influencias joyceanas en algunas novelas de Risco y de Otero Pedrayo, el escritor irlandés apenas influyó en el sistema literario gallego: ni entre 1926 y 1936 ni después, cuando las letras gallegas resultaron especialmente castigadas. En cualquier caso, Joyce siguió siendo poco accesible.

De todas maneras, y como acertadamente ha señalado César Domínguez (2014) «a cuestión fundamental é que o lector de Nós leu o Ulysses tal e como foi ofrecido por Otero Pedrayo. Foi o “seu” Ulysses e o Ulysses, en definitiva, que se aclimatou no sistema literario galego. Para o lector de Nós, o que tiña entre as mans era o Ulysses».

Con todo, tal influencia, repetimos, sería imperceptible. No sólo en función de si los autores que tuvieron ocasión de acceder a la novela de Joyce, la entendieron o no. También el número de lectores de los fragmentos no iría más allá que el de los habituales que tenía la revista Nós. Un número limitado que quedó reducido a cero tras la desaparición de la revista en 1936. Una desaparición que, por razones de seguridad, afectó incluso físicamente a buena parte de los números anteriormente publicados, por lo que resultaría imposible que las nuevas generaciones conociesen esos fragmentos.

Pero volviendo al momento en que aquel ejemplar de Ulysses llegó a Ourense, resulta evidente, ni que sea por un simple razonamiento basado en el sentido común, que la acción de versionar en gallego unos fragmentos de Ulysses, como hizo Otero Pedrayo, no fue fruto del azar, de un arrebato y mucho menos de una previsión. Requería, necesariamente, de una logística editorial –cabría decir– a la vista de la distancia que hacia 1926 había entre Ourense y París. Una distancia no solamente geográfica sino también de atención frente a las novedades, a pesar de la voluntad de los hombres de Nós de estar (o hacer ver que estaban) a la última: cualquier dato, cualquier contacto, que pudiese ser publicitado alimentaba tal voluntad, a pesar de que, en ocasiones, la novedad pasaba por delante de sus narices sin que fuesen capaces de detectarla.

Por eso, y como ya dijimos, podemos sospechar que el ejemplar de Ulysses que, junto a otros materiales, llegó a Ourense hacia el primer trimestre de 1926 constituyó una sorpresa que en una primera instancia habría conducido a los tres artículos que, entre febrero y abril, Risco dedicó a la literatura irlandesa de aquel momento con una sola pero significativa mención a Larbaud, como hemos visto. Sin embargo, transcurrieron cuatro meses entre la aparición del tercero de los artículos de Risco y los fragmentos puestos en gallego por Otero Pedrayo.

Eso nos lleva a pensar que entre la recepción del ejemplar de Ulysses y la teórica entrega del manuscrito de esos fragmentos pasaron ocho meses (si nos atenemos a la fecha oficial de la revista en que se publicaron). Naturalmente, cabría argumentar que Otero habría necesitado su tiempo para leer la obra y elegir los párrafos a traducir, una posibilidad que daría por supuesto que tendría competencia bastante para entender la novela de Joyce. Sucede, sin embargo, que todos los testimonios directos e indirectos evidencian que tal circunstancia no habría podido producirse.

Incluso considerando tal circunstancia como un axioma, como ha sostenido Richard Cardwell: «Queda o problema de cómo Otero puido traducir estas páxinas xa que, segundo fidedignas testemuñas, non soubo ler nin falar inglés». Sin embargo, ello no habría sido obstáculo –sigue Cardwell, que supedita su análisis a los objetivos buscados– para que hubiese sabido elegir los párrafos a traducir, supuestamente tras haber leído la novela y haberla entendido: «Pero ¿cómo explica-la súa selección? O elemento experimental, claro, atraíao, tamén o humor e o elemento subversivo» (Cardwell 1990, 16). Quien lo diría: Otero Pedrayo, siempre prudente y enmadrado, tenido por amante de las novedades, del humor y de la subversión (ni que fuese literaria).(29)

Vicente Risco, en 1954, comentó –ya lo vimos– que él mismo había leído fragmentos en inglés. Pero veinte años antes, en su testamento intelectual «Nós, os inadaptados» (1933) confesaba que él y sus compañeros de generación solo leían en francés: «A nosa cultura d’auto didactos [...] fíxose principalmente en libros franceses. O francés era d’aquela a única lingua estrangeira que coñecíamos ben [...] n’aquil tempo da nosa mocedade [...] D’Inglaterra, liamos en traduciós a [...] escritores de lingua ingresa».(30)

De igual manera, Otero Pedrayo en Arredor de si (1994 [1930]) había recogido la trayectoria vital e intelectual de su juventud. Su protagonista, Adrián Solovio, además de manifiestar su admiración por Valery Larbaud y «pola alegría dun Joyce» (Otero Pedrayo 1994, 147 y 186), «sabía pouco inglés. Outro desespero. Calquera intérprete de hotel estaba máis imposto en linguas modernas» (Otero Pedrayo 1994, 48). De igual manera, no hallamos ningún acercamiento a la lengua inglesa en las memorias de sus años universitarios en Madrid ni cuando preparaba oposiciones a profesor de instituto (1916-1919) ni cuando, aprobadas estas, estuvo en Santander y Burgos (1919-1921) antes de regresar definitivamente a Ourense (Otero Pedrayo 2015).

Sin embargo, o precisamente por ello, sabemos que en agosto de 1926 contrató los servicios de un profesor de inglés aprovechando las vacaciones que pasaba en Santander, ciudad natal de su esposa. Por una carta a su madre, fechada el día 6 de aquel mes, sabemos que llevaba ya unos días en la capital cántabra: «con mucho gusto he leído tu carta esperada con ansia [...]. Ha estado dos días Dª Maximina». Unos días después, concretamente el 14 de agosto, en otra carta le decía: «entretengo parte de la tarde dando lección de inglés con un profesor muy bueno, hombre de extraordinaria cultura» (Otero Pedrayo 2007, 318 y 320).

Además, fuera de esos fragmentos de Ulysses, Otero Pedrayo nunca tradujo ningún texto de una lengua extranjera ni menos aún del inglés. Ni siquiera comentó de primera mano ningún texto extranjero que no estuviese escrito en francés (alguna referencia al alemán no pasaría de anecdótica). Sin embargo, la crítica gallega –benévola en general, cuando no abiertamente entusiasta en este sentido– ha sido refractaria a admitir las limitaciones del escritor orensano más allá de sus conocimientos de francés.

Resultaría evidente, pues, que los conocimientos que el escritor orensano tenía de la lengua inglesa eran bastante limitados, sino francamente nulos. No olvidemos que estamos analizando la hipotética traducción de un texto de altísima dificultad conceptual y tipográfica. Como lo serían todas las obras de Joyce si atendemos a las palabras del profesor Francisco García Tortosa, traductor al castellano del Ulises publicado por Cátedra: «Traducir a James Joyce es de una dureza inenarrable» (El Correo Gallego, Santiago de Compostela, 28 de abril de 2014). O como les sucedió a algunos de los primeros traductores, como Jacques Benoist-Médin o Auguste Morel (que tuvo que ser revisado por Stuart Gilbert), o Carlo Linati, amigo de Joyce, cuando afirmó que Ulysses era intraducible: «Di una difficoltà stragrande per non diré insurmontabile» (Guarracino 2009).

Uno de los asuntos que han dividido a los críticos que han abordado la traducción gallega de los fragmentos de Ulysses es si Otero Pedrayo habría dispuesto de una traducción (parcial) francesa. Ante la inexistencia física de tal documento y aun en la sospecha de que hubiese podido llegar a Ourense (recordemos la confesión de Risco), no podemos afirmarlo categóricamente.

Pero aún así, y en el beneficio de la duda, hay todavía otros problemas por abordar. El primero, la elección de los fragmentos versionados; el segundo, el mecanismo estricto de su traducción. En cuanto al primero, para González-Millán solo se habría producido en el caso de una traducción directa del inglés: «Non pode explicarse doutra maneira os criterios empregados na selección dos fragmentos traducidos por Otero Pedrayo, que indican un bo coñecemento da estrutura xeral da novela [...] insístese na coidada selección dos fragmentos» (González-Millán 1989, 40-41). Entre ellos, un «fragmento rabel[es]iano (Risco xa fixera mención no seu artigo da influencia de Rabelais no Ulysses». O la «coidada selección que Otero Pedrayo fai deste “aside”». E insiste en que «Otero Pedrayo tenta compensala [la disparidad textual] seleccionando como fragmentos para a súa traducción as modalidades discursivas máis orixinais e subversivas da novela de Joyce». Una opinión tal vez influida por la respuesta de Risco a Giménez Caballero (véase la nota 15) al considerar que Otero Pedrayo había traducido «uns anacos dos máis caraiterísticos de Ulysses», sin que González-Millán justifique qué criterios habría tenido Risco para hacer tal afirmación (González-Millán 1989, 41).

El criterio de González-Millán nos llevaría a considerar una decisión previa por parte de Otero Pedrayo: no solo habría leído casi toda la novela sino que la habría entendido (textualmente y conceptualmente) suficientemente como para elegir aquellos pasajes más significativos, es decir rabelesianos y subversivos, los capítulos XII («Cyclops») y XVII («Ithaca»). Sostiene, sin dudarlo, que «Otero Pedrayo [...] selecciona precisamente as seccións máis complexas do capítulo, coincidindo só en parte cos fragmentos que de “Ithaca” traducen Morel e Larbaud en 1924» (González-Millán 1989, 41).

En consecuencia, tenemos que analizar el asunto a la inversa, sin considerar si Otero Pedrayo tradujo directamente del texto en inglés o si habría podido utilizar un material auxiliar en francés (o incluso un material intermedio en castellano o en francés si consideramos la ayuda que pudo recibir de ese profesor de inglés residente en Santander). Sabemos que el ejemplar de Ulysses conservado en Trasalba tiene cortadas las páginas hasta la 519, estando intonso entre la 520 y la 569, y cortadas de nuevo las restantes.

Esta circunstancia deja evidente una cosa: Otero Pedrayo no leyó (o resiguió) la novela al completo. Por lo tanto, no pudo tener un conocimiento total de su contenido, lo que nos lleva a sospechar que no hizo sino curiosear sobre la novela y/o buscar determinados pasajes en ella. En cualquier caso, además de no leerla íntegramente también quedan muchas dudas sobre si habría podido obtener un conocimiento cabal y suficiente de su contenido. Por eso, sorprende que González-Millán sostenga que Otero Pedrayo coincidiese com Valery Larbaud a la hora de elegir los capítulos más significativos, «Ithaca» y «Cyclops», y que este sea uno de los leídos en la conferencia dada por Larbaud en 1921, publicados en la NRF (1922). Pero, como vimos antes, no fue en esta revista donde aparecieron fragmentos de la novela de Joyce sino en Commerce (1924) y además iban sin título.

Es más. Considerando que, a grandes trazos, el relato de Ulysses es no nacionalista (no feniano) pero tampoco es probritánico, en opinión de María Jesús Lorenzo Modia et alia (2004, 430), Joyce habría usado la parodia para denunciar las miserias de Irlanda con las herramientas de la narración de «lo cotidiano frente al milenarismo, y la subjetividad frente a la inmutabilidad nacional». Sin embargo, ni los comentarios de Risco ni el tono de los fragmentos puestos en gallego por Otero Pedrayo marcan un rastro de la voluntad del novelista irlandés.

Asimismo, Millán-Varela resigue la versión de Otero y ha detectado un considerable número de omisiones existentes en el texto meta a pesar del papel relevante que desempeñan en la lengua fuente. Además de errores flagrantes de traducción, como poner «nove» por eleven o «pedra» por stone (medida de peso equivalente a 14 libras, es decir, 6,35 kilos)... ¡¡¡aplicada a una persona!!!

Un elemento a considerar en una traducción es la equivalencia de significados y la soltura en resolver los giros propios de la lengua fuente en la versión meta; pero, además, también hemos de considerar el registro. Y así, Otero Pedrayo, según el análisis hecho por Carmen Millán-Varela (1997, 123-129) de las falsas equivalencias entre el original en inglés y la versión gallega, Otero Pedrayo –de acuerdo con su tendencia a diferenciarse de las formas cercanas al castellano– habría preferido el uso de palabras enxebres y particulares a las formas cultas: por ejemplo, «pesos» –“duros”, monedas (pounds)–, junto a medidas inglesas como «galós» (gallons), «millas» (miles) y «pés» (feet).

Y sobre aquellos fragmentos en gallego que difieren de los traducidos al francés en Commerce cabría la posibilidad que para no fusilarlos, Otero Pedrayo hubiese buscado en el original los márgenes (anteriores y/o posteriores) de los mismos y hubiese recabado la ayuda del profesor de inglés para versionarlos a gallego.

A la vista de todo ello, y sin invalidar el impacto que pudo suponer aquella traducción pionera, sigo teniendo serias dudas respecto a que la traducción de esos fragmentos puestos en gallego se hubiese hecho directamente del inglés al no ser Otero Pedrayo competente en esta lengua.

A manera de conclusiones, algunos argumentos en favor de la hipótesis expuesta:

1. En la biblioteca de la casa de Trasalba –según el catálogo antes citado– solo se conservan 21 libros en inglés, siendo Ulysses el único de temática literaria anterior a 1925.

2. Si la publicación efectiva de los fragmentos se hubiese producido en la fecha que figura en el número 32 de Nós (15 de agosto de 1926), significaría que Otero Pedrayo los habría entregado a la imprenta en julio y que habría tenido capacidad suficiente para haber entendido el texto original y traducir una parte. Unas circunstancias que, de ser ciertas, chocan abiertamente con esas lecciones de inglés que decía recibir en Santander. Abundando, en Trasalba se conserva un método para aprender inglés (de L. Th. Giraud) editado en 1947, que resultaría sobrero si Otero Pedrayo hubiese sido competente en dicha lengua.

3. Antes o después de versionar en gallego los fragmentos de Ulysses, Otero Pedrayo no hizo ninguna (otra) traducción desde el inglés ni se refirió a ninguna obra en esta lengua.

4. La no comunicación de la traducción gallega a Larbaud ni a otras publicaciones culturales españolas o extranjeras.


NOTAS

(1) James Joyce, Ulises, traducción de E. Almazán, M. Alonso, X. Queipo y A. Vialle, Vigo, Editorial Galaxia, 2014. La traducción fue merecedora del Premio Nacional a la mejor traducción (Amaia Mauleón, «La versión al gallego del “Ulises” de Joyce, Premio Nacional de Traducción», Faro de Vigo, 5 noviembre 2014).

(2) Grial (Vigo), 92 (1986), traducción de A. Conde.

(3) Vigo, Xerais, 1990, traducción de D. Ramonde, R. Ferradáns y X. Arias.

(4) Santiago de Compostela, Laiovento, 1994, traducción de V. Araguas.

(5) Xosé Manuel Pereiro, «”Ulises” vuelve a casa», El País (edición Galicia), 24 enero 2014.

(6) Óscar Iglesias, «Cultura no considera “gran proyecto” traducir ‘Ulysses’», El País (edición Galicia), 3 septiembre 2011.

(7) Joaquim Ventura, «Ulises (por fin) canda nós», Faro da Cultura (475, 1) de Faro de Vigo, 31 octubre 2013.

(8) Joaquim Ventura, «Joyce en galego (1): a publicidade» y «Joyce en galego (2): os anacos en galego», Faro da Cultura (558, 2 y 559, 2) de Faro de Vigo, 29 octubre y 5 noviembre 2015, respectivamente.

(9) James Joyce, Ulysses, París, Shakespeare & Co., diciembre de 1925, 7ª reimpresión.

(10) Muy probablemente, las fechas que figuran en la revista no corresponden a las de publicación efectiva.

(11) Risco habría conocido el personaje, probablemente, por la traducción española: James Joyce, El artista adolescente. (Retrato) por James Joyce, traducción Alfonso Donado [Dámaso Alonso].

(12) Y no tanto el acompañante de Leopold Bloom, a pesar de que Risco cita a este a propósito de la edad del primero.

(13) Vicente Risco, «Dedalus en Compostela», Nós, 67 (25 de julio de 1929, 123-129). Vid. Joaquim Ventura, «Dedalus en Compostela. Vicente Risco, redentor de Joyce», en José Enrique Martínez Fernández (coord.), Estudios de literatura comparada: norte y sur, la sátira: transferencia y recepción de géneros y formas textuales, León, Universidad de León, 2002, pp. 759-767. (Actas XIII Simposio SELGYC.)

(14) Jorge Luis Borges, «El Ulysses de Joyce» y «La última hoja del Ulysses», Proa, 6 (enero 1925).

(15) El ya citado relato «Dedalus en Compostela», la nota de Otero Pedrayo «Ulysses na Yanquilandia» (Nós, 39, 15 marzo 1927, 19) y la respuesta «Ulysses» –podemos presumir que escrita por Risco (Nós, 47, 15 noviembre 1927, 16)– al comentario de Giménez Caballero sobre unos fragmentos de Ulysses traducidos al castellano («traducción primera en España, según creemos») y aparecidos en La Gaceta Literaria, 21 (noviembre 1927).

(16) En España sólo he localizado otros dos ejemplares: uno en la BNE (Madrid, referencia topográfica CDU 82.09”18/19”) y otro en el Ateneu Barcelonès (referencia 036/IX/25). He adquirido un ejemplar de segunda mano que es el que he consultado.

(17) Se refería a errores repetidos por Nicole Dulin Bondue. Vid. Dulin Bondue, El granito y las luces (Vigo, Xerais, 1987); y Xosé Ramón Quintana y Marcos Valcárcel, Ramón Otero Pedrayo (Vigo, Ir indo, 1983).

(18) Sigo la catalogación hecha por Minia Martul –en colaboración con Olga Gallego– para la Fundación Otero Pedrayo a partir de 1981.

(19) Cf. María Teresa Caneda-Cabrera, «”The Loveliness Which Has Not Yet Come In to the World”: Translation as a Revisitation», en Maria McGarrity y Claire A. Culleton (eds.), Irish Modernism and The Global Primitive, Nueva York, Palgrave & Macmillan, 2009, pp. 115-132.

(20) «[L]’éditeur pria Joyce de changer un passage où des agents électoraux faisaient des allusions peu respectueuses à la vie privée d’Édouard VII. Si bien que Joyce se vit réduit à envoyer les passages incriminés à George V.»

(21) Para la biografía de Joyce, véase Richard Ellmann, James Joyce, Oxford, Oxford University Press, 1982 [1959], 521. Para el asunto de los estudios de Joyce, «Two years later, Joyce entered University College of Dublin». Disponible en http://www.cliffsnotes.com/literature/p/a-portrait-of-the-artist-as-a-young-man/james-joyce-biography. [Consultado: 15 noviembre 2015.]

(22) Vid. http://www.cliffsnotes.com/literature/p/a-portrait-of-the-artist-as-a-young-man/james-joyce-biography. [Consultado: 15 noviembre 2015.] La fecha del 16 de junio de 1904 quedaría inmortalizada por Ulysses. Dos errores que, tomándolos de González-Millán, repitió Alberto Álvarez Lugrís («Galicia, Irlanda e o Leabhar Gabhala. O mito celta no proceso de construcción da identidade nacional galega», en M. D. Gómez (ed.), A identidade galega e irlandesa a través dos textos, Santiago de Compostela, USC, 2005.

(23) Ray Burke, «Letters reveal James Joyce’s attempt to keep wedding secret», RTÉ News, 1 de agosto de 2014. Disponible en http://www.rte.ie/news/special-reports/2014/0730/634089-james-joyce-wedding/. [Consultado: 15 noviembre 2015.]

(24) Ramón Otero Pedrayo, «Letras d’afóra», Nós, 39 (marzo de 1927). Podemos sospechar que ninguno de ambos libros le hubiese llegado ya que no constan en el catálogo de la biblioteca de Trasalba. De Larbaud se conservan Amants, hereux amants (París, Nouvelle Revue Française, 1923), Fermina Márquez (París, Gallimard, 1926) y Technique (París, Gallimard, 1932).

(25) Commerce, XVII (otoño 1928).

(26) Ramón Otero Pedrayo, «Letras d’afora», Nós, 55 (julio 1928). Esta fecha demostraría el retraso que sufría la revista gallega.

(27) En el Fons Joan Estelrich, de la Biblioteca de Catalunya, se conservan diversas cartas cruzadas entre ellos fechadas en 1924 y 1928. Vid. Joaquim Ventura, «Publicitar Galicia», Faro da Cultura de Faro de Vigo, 4 de febrero de 2016; «No centenario das Irmandades da Fala. Epistolario entre Antón Villar Ponte e Joan Estelrich», Grial, 210 (2016), 47-57.

(28) Cita una carta de J. J. A. Bertrand a V. Larbaud, de «22-m-1923», depositada en la Mediathèque Valery Larbaud, en Vichy.

(29) No entro a juzgar el contenido del trabajo del profesor Cardwell aunque si tuviese que calificarlo con un adjetivo, diría que resulta delirante.

(30) Risco y sus compañeros habían nacido entre 1884 y 1888. Cuando desembarcaron en el nacionalismo hacia 1918 no eran tan jóvenes.


BIBLIOGRAFÍA

CARDWELL, Richard, «A traducción de Ulysses de Ramón Otero Pedrayo. A Xeración Nós e a rexeneración cultural galega», Actas do Simposio Internacional ‘Ramón Otero Pedrayo no panorama literario do sérculo XX’, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1990, 15-26.

CASARES, Carlos, Vicente Risco, Vigo, Galaxia, 1981.

COLL-VINENT, Sílvia, «Joan Estelrich i la cultura europea del seu temps», en Josep Massot (ed.), Actes de les jornades d’estudi sobre Joan Estelrich, octubre 2008, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat y Consell Insular de Mallorca, 2010, pp. 37-58.

CORBÍ SÁEZ, María Isabel, «Les avatars de la traduction intégrale au français de l’Ulysse de James Joyce d’après la correspondance de Valery Larbaud, Adrienne Monnier, James Joyce et autres», L'Ull Crític, 7 (2002): Literatura epistolar. Correspondències (s. XIX-XX), 223-241.

DOMÍNGUEZ, César, «”Un ‘Ulises’ que non o coñece o Joyce que o criou”. Algunhas precisions á tradución de Ramón Otero Pedrayo», Grial, 203, LII (2014).

ELLMANN, Richard, James Joyce, Nueva York, Oxford University Press, 1983 [1959].

GARCÍA SANTA CECILIA, Carlos, La recepción de James Joyce en la prensa española: 1921-1976, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1997.

GARGATAGLI, Ana, «El primer Ulises español: cinco reflexiones», 1611 Revista de Historia de la Traducción, 7 (2013).

GONZÁLEZ-MILLÁN, Xoán, «James Joyce e a Xeración Nós», Grial, 101, XXVII, (enero-marzo de 1989), 29-46.

GUARRACINO, Vicenzo, «”Ulisse? Intraducibile”. Così Carlo Linati disse no a James Joyce», La Provincia, 10 diciembre 2009, edición electrónica. Disponible en http://www.laprovinciadicomo.it/stories/cultura-e-spettacoli/106165_ulisse_intraducibile_cos_carlo_linati_disse_no_a_james_joyce/. [Consultado: 15 noviembre 2015.]

JOYCE, James, «Ulysse, fragments», presentación de Valery Larbaud y traducción de Valery Larbaud y Auguste Morel, Commerce 1 (enero 1924).

–– «Ulyses (anacos da soadisema novela de James Joyce, postos en galego do texto inglés, por Ramón Otero Pedrayo)», Nós , 32 (15 agosto 1926).

LARBAUD, Valery, «James Joyce», Nouvelle Revue Française, 103 (1 abril 1922), 385-409.

–– «À propos de James Joyce et de Ulysses», Nouvelle Revue Française, 136 (1 enero 1925), 5-17.

MCKEVITT, Kerry Ann (ed.), Fragmentos de Ulises, 1926. James Joyce. Ramón Otero Pedrayo, Vigo, Galaxia, 2003.

MARICHALAR, Antonio, «James Joyce en su laberinto», Revista de Occidente, 17 (noviembre 1924), 177-202.

MARIÑO, Luis, «Joyce e Don Ramón», Grial, 52 (1976), 245-248.

MILLÁN-VARELA, Carmen, «Linguistic Evidences of a Conflict in the Galician Ulysses», en Karl Simms (ed.), Translating Sensitive Texts: Linguistic Aspects, Amsterdam, Rodopi, 1997, pp. 283-292.

LE NAIRE, Olivier, «L’éternel perturbateur», L’Express, 31 mayo 2004, edición electrónica. Disponible en http://www.lexpress.fr/informations/l-eternel-perturbateur_656250.html. [Consultado: 15 noviembre 2015.]

LORENZO MODIA, María Jesús, Manuel MÍNGUEZ BEN, Jorge SACIDO ROMERO, Laura Mª LOJO RODRÍGUEZ y Beatriz RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, «Aproximación a la evaluación de la traducción en diferentes lenguas romances»: “Time passes” y un fragmento de Ulysses» en Jesús Varela Zapata, José Manuel Oro y JoDee Anderson (eds.), Lengua y sociedad: lingüística aplicada en la era global y multicultural, Santiago de Compostela, USC, 2004, 419-438.

NOIA, Camiño, «Novas anotacións á traducción ó galego do Ulises de J. Joyce», en Rosario Álvarez y Dolores Vilavedra (eds.), Cinguidos por unha arela común. Homenaxe ó professor Xesús Alonso Montero, Santiago de Compostela, USC, 1999, 1079-1090.

OTERO PEDRAYO, Ramón, « Ulysses (anacos da soadisema novela de James Joyce, postos en galego do texto inglés, por Ramón Otero Pedrayo)», Nós, 32 (15 agosto 1926).

–– Arredor de si, Vigo, Galaxia, 1994 [1930].

–– Cartas á nai. I, edición de Patricia Arias y Mónica Pazos, Vigo, Galaxia, 2007.

–– Lembranzas do meu vivir. II, edición y notas de Joaquim Ventura, Vigo, Galaxia, 2015.

REVELLES ESQUIROL, Jesús, «Joan Estelrich a Galícia. Els contactes peninsulars de la mà dreta de Francesc Cambó», Revista de Lenguas y Literaturas Catalana, Gallega y Vasca, 19 (2014), 87-98. Disponible en http://revistas.uned.es/index.php/RLLCGV/article/viewFile/13760/12446. [Consultado: 15 noviembre 2015.]

RISCO, Vicente, «Da renacencia céltiga. A moderna literatura irlandesa», Nós , 26 (febrero 1926) [a], 5-9, 27 (marzo 1926), 4-12 [b] y 28 (abril 1926), 2-5 [c].

–– «Nós, os inadaptados», Nós, 115 (Día de Galicia [julio] 1933).

–– «James Joyce, el satanismo laico», Misión, sup. 265, 1944.

–– «El Ulysses fue más fuerte que yo», suplemento La Noche en El Correo Gallego, Santiago de Compostela, 30 julio 1954.

TÉRY, Simone, L’Île des Bardes, París, Flammarion, 1925.

TORO SANTOS, Antonio Raúl de, La literatura irlandesa en España, A Coruña, Universidade da Coruña-Netbiblo, 2007.

–– «Os fragmentos de Ulysses traducidos para o galego por Otero Pedrayo. O Contexto»,Grial 203 (2014), 24-31.

VARELA, José Luis, «Risco y el Diablo», Papeles de Son Armadans, CXLVII (1968), 290-308.

VENTURA RUIZ, Joaquim, El Grup Nós i la cultura europea: autoretrat d’una generació, tesis doctoral, Universitat de Barcelona, 1997.

VIALLE, Antón, María ALONSO SEISDEDOS, Xavier QUEIPO y Eva ALMAZÁN, «Psicopatoloxía dun soño. Traducir o Ulises de Joyce», Grial 203 (2014), 13-17.



© Grupo de Investigación T-1611, Departamento de Filología Española y Departamento de Traducción, UAB | Research Group T-1611, Spanish Philology Department and Translation Department, UAB | Grup de Recerca T-1611, Departament de Filologia Espanyola i Departament de Traducció, UAB